Estimada maestra,
Te escribimos esta carta para hacerte partícipe de unas ideas que nos rondan desde hace algunas semanas, desde que nuestro hijo nos demanda que firmemos los exámenes que ha hecho. Ya hemos firmado tres, pero nos gustaría compartir nuestra inquietud.
Nos preocupa que nuestro hijo y el resto de niños y niñas vean en este proceso de examinarse un cambio en el valor de aprender. Nuestro hijo disfruta con lo que hace, pero el deseo de aprender fácilmente deja su lugar al condicionamiento por la calificación.
También nos preocupa desaprovecharte como maestra de nuestro hijo. Cuando se pone demasiado énfasis en el control del aprendizaje se desvirtúa el proceso educativo, y se pierde lo más valioso de todo: la relación en igualdad (aunque con evidentes diferencias en los papeles y la responsabilidad) entre tú como maestra y nuestros hijos e hijas para acompañarlos en la tarea de descubrir el mundo. Sabemos de tu valor como maestra, y de tu capacidad para conectar con ellos, y sería una pena que los continuos exámenes desvíen la mirada de lo importante: ayudarles a aprender, sin que esto signifique que tengan que compararse con estándares ni con otros compañeros y compañeras. En edades tan tempranas no es necesario que los niños sean examinados, mucho menos de forma tan continuada.
Pero más allá de lo que acabamos de contarte, hay una cuesión que se superpone a todas ellas: el sobresaliente que hoy trae nuestro hijo no es mérito, ni el suspenso de algún compañero es demérito. Es, en ambos casos, una alegría que estén aprendiendo, y especialmente que lo hagan juntos. Ojalá nuestro hijo pueda seguir aprendiendo tanto contigo, sin que eso signifique que pueda pensar que vale más que nadie; y que cualquiera de sus amigas o amigos no se sienta jamás por debajo de él. Porque todos tenemos unas capacidades que celebrar, estimular y disfrutar, algo que está necesariamente alejado del acto de medir.
Muchas gracias por tu buen hacer, y perdona nuestras inquietudes, que como padres no sabemos remediar. Un abrazo
Profesor de Teoría de la Educación en la Universidad de Málaga (España). Interesado en la experiencia de exclusión e inclusión educativa de personas situadas en los márgenes, especialmente desde la discapacidad y la desventaja sociocultural. Empeñado en que la escuela sea un lugar donde todas las personas podamos crear sentido.
22 comentarios en «Carta a una maestra»
Tal cual! La evaluación es un proceso y va tomada de la mano de las planificaciones pero se deforma cuando se lo pone como única herramienta de valorar los aprendizajes.
Y cuando se convierte en calificación. Gracias por el comentario!
Hoy supe de ud profesor a través de una amiga con quien comparto algo muy importante, ambas tenemos una sola hija, adolescente y con síndrome de Down, incluidas en escuelas regulares estudiando 3ero de secundaria en Venezuela…..Sin embargo, leyendo esta entrada, le pregunto, si la evaluación no se convierte en calificación, en algo objetivo que permita medir cuales fueron los objetivos logrados y cuales no, hacia donde debe dirigirse ??
Gracias .
Buenos días, Agnieska. Gracias por tu comentario. En tu vida, evalúas continuamente: situaciones, experiencias, lugares, personas, ideas, emociones… Cuando evalúo una situación (por ejemplo, transitando por una camino que tiene un obstáculo en medio) no necesariamente tengo que calificar ni que comparar. Esa evaluación me sirve para dar respuesta a la realidad que tengo delante. Puedo, por ejemplo, asumir que lo mejor es rodear el obstáculo. O dar media vuelta y buscar otro camino. En las escuelas hemos cambiado la realidad por un juego de premios y castigos que la sustituyen. Esos premios o castigos son las calificaciones. Entonces, los niños y niñas comprenden que han de aprender para obtener un premio que sustituye el placer del aprendizaje, y lo que es peor, para evitar ser castigados. Por otra parte, si aprender consiste en hacer nuevas conexiones neuronales en nuestra estructura cognitiva, ¿cómo se puede medir eso objetivamente? Y peor aún, ¿cómo pueden compararse las conexiones neuronales nuevas de niños y niñas con estructuras cognitivas completamente singulares y por tanto diferentes?
Evaluar es una herramienta que permite mejorar el proceso de enseñanza-aprendizaje. Esa es su utilidad educativa. Calificar pretende atribuir el resultado de ese proceso únicamente al estudiante, justificando esta medición (claramente sesgada) como objetiva. Así, calificar es una forma de clasificar y jerarquizar al alumnado según esas mediciones. Y esta clasificación es cualquier cosa menos educar. Un saludo
Penso que as práticas avaliativas do processo de aprendizagem em sala de aula, são importantes desde que o professor acompanhe e também consiga avaliar outros desempenhos além dos conteúdos.
A ação pedagógica deve resultar em opções que indiquem à possibilidade de reorganizar situações de aprendizagem que favoreçam esse processo de educabilidade .
Es fundamental y tan importante este proceso de evaluar en las escuelas.. Sobre todo a alumnos que necesitan una evaluación para apoyarlos a mejorar su aprendizaje, motivarlos, guiarlos y no para excluirlos (y en personas con discapacidad es mas complejo). La evaluación es una instancia donde nos detenemos para programar y elaborar el trabajo que en este caso es educar… Es mi mayor deseo encontrar más lugares en donde no se compare, no se compita, no se excluya, no se señale.. deseo un profundo cambio en las políticas educativas.. y pienso que cambios pequeños como en el caso del equipo docente, pueden hacer mucho por nuestros hijos… gracias por tan buenos artículos. Saludos
Gracias, Marcela. Yo diría que hay un exceso de «evaluación» en las escuelas, es casi una obsesión. Es necesario dejar de centrarse en evaluar (al final, clasificar) a los chicos y chicas, y centrarnos en cómo respondemos nosotros a esa diversidad del alumnado. Muchas gracias por el comentario.
Hola
Esta nota es como escuchar la voz de mi hija Layla de 8 años, va en tercero de primaria. Ella escribió algo que publiqué después en face para reflexionar sobre «evaluación»….
Me invita a reflexionar y sobre todo romper con estructuras que existen en nuestras escuelas.
Creo firmemente que si lo miramos podemos desaprender para aprender juntas y juntos.
Mi hija dice «La evaluación es injusta….» no me dice como mejorar.
Y justo en la escuela necesitamos de una evaluación inclusiva que permita ver a las niñas y los niños, una evaluación que «les reconozca» y no informe de calificaciones que justo hace que exista competencia, desmotivación y poca o nula retroalimentación para el alumno (a).
Abrazos desde CdMx.
Muchas gracias por tu comentario. Tu hija tiene mucha razón. Hay muchas formas de enseñar y aprender, así como las hay de organización, de evaluación, de curriculum… Cada una de ellas es la materialización de una forma de relación, de una forma de gestión de lo público, y por tanto, una forma de política. La injusticia que denuncia tu hija hace referencia a esto. Y podemos cambiar nuestras formas de relación, de modo que educar no implique eso otro, injusto, que hoy mayoritariamente lleva aparejado. Abrazos de vuelta
Hola
Gracias por tu voz.
Tu respuesta la ha leído mi hija y también yo le leí a su hermanita de 5 años.
Y Layla dice:
Que las relaciones que ella desea en su escuela deberían ser pacientes.
«Un maestro o maestra requiere ser paciente y gentil».
Saludos!
Pues qué gran respuesta… Un abrazo
La evaluación es constante en el proceso educativo, pero debe de estar enfocada ,en que los EDUCANDOS desarrollen Habilidades ,Destrezas,y conocimientos para que enfrenten los retos dentro de una sociedad humanitaria,
La difícil tarea de evaluar, cada vez que tengo que asignar un valor a una tarea o un proyecto es tan difícil poder convencer a los alumnos sobre todo cuando no tienen el hábito de autoevaluarce o no conocen el uso de las listas de cotejo, pero cuando analizamos juntos la tarea con la rubrica pueden descubrir que todo el tiempo los maestros sólo ponían calificación a sus tareas por la cantidad del texto o por el color o decoración de dicha tarea, me comenta mi hijo de 3o de secundaria que incluso cuando hacías trabajo en equipo solo un integrante podía tener 10, otro 9 otro 8 y así sucesivamente que injusto era ovio que el compañero que ya es reconocido por excelente siempre tendrá 10 y lo demás reconocidos por 6 ya saben nunca pueden avanzar, que triste que sea el docente quien provoque esta situación con los chicos o en otras ocasiones que no sepan porque la calificación obtenida. Se les debe enseñar que son capaces de hacer tantas cosas sorprendentes y que pueden tener la seguridad de hacer observaciones y cuestionar para poder mejorar
Por suerte también hay esos otros docentes, que son muchos, que utilizan la evaluación para tratar de optimizar los procesos que se llevan a cabo, para comprender lo que ocurre y poder ofrecer una nueva dirección a sus acciones. Esos docentes que provocan el trabajo colaborativo y en equipo. Saludos
Anécdota: llevo dos cursos dando las mates de sexto de primaria y por tanto dos cursos de seguimiento continuadovde 65 chicos y chicas. El curso pasado empecé a sorprenderme con una de ellas, a la que le cuesta pese a que trabajamos de forma muy manipulativa, que cada vez que trabajábamos un contenido me hacía esta pregunta: eso lo vas a poner en el examen? No sé, me imagino que sí, o no…pero, lo has entendido?
En su afán por aprobar se agobiaba tanto….
Un día hablamos: por favor, relájate, ésto es como un juego, imagona que es un enigma que tienes que resolver, disfruta… no pienses en los exámenes, solo aprende…
Es otra, disfruta y aprende…se ha liberado de esa gran opresión, se ha dado una oportunidad.
La calificación aglutina buena parte de lo indeseable de la escuela, y es nuestra tarea más acuciante la de cuestionarla, retarla y transformarla. Un abrazo, Lola
Ayer recibí retroalimentación pienso parte de supervisión y además de dar solo críticas, me dijeron que no debo dejar hablar a todos los niños, que no es didáctico para ellos
Sinceramente, pienso que quien dijo eso no lo pensó suficientemente. La pregunta está en cómo hacerlo mejor para que todos y todas puedan hablar. Saludos
Pienso que sería ideal cambiar el pensamiento del maestro, porque para mi se evalúa la planeación y la práctica pedagógica, no al niño. Cuando yo evalúo lo que hago puedo identificar las distintas maneras de aprendizajes y desarrollos de los niños, puedo ver si realmente son felices.
La evaluación debe permitirme, implementar acciones que respondan a las particularidades de los niños y sus familias…la familia también debe hacer parte de este proceso, esto debe ser un trabajo transdisciplinario con prácticas centradas en la familia y no en un currículo que evite la ConVivencia de los niños en espacios que deben disfrutar todos! Esto es un derecho.
Gracias por el comentario! Saludos
Muy interesante lo que nos traes, querido Nacho, para reflexionar. Hasta ahora no me había detenido a ver el tema de las evaluaciones con calificación.
Qué importante es aprender a hacer más preguntas que a dar respuestas.
Hace muchos años, me pasó de experimentar la autoevaluación en un aula…
A mi que me encanta la estadística, poner un indicador cuantitativo a un estudiante, es como etiquetarlo con un número… Vaya vaya, otra vez me has dejado pensando…
Eso aprendí con el paso de los años con mi hijo, a no hacer juicios de valor cuando creo que no está avanzando, o cuando veía que desaparecían las palabras que había aprendido… Me costó tanto. Porque para aprender en tan importante cometer errores.
Los que nos dedicamos a desarrollar sistemas informáticos, nos capacitan para encontrar los errores del sistema, celebramos cuando lo encontramos, porque así buscamos la solución. Nos preocupa cuando testeamos un software y no aparecen errores. Cuando estamos tratando de solucionar un error, hacemos algunos cambios, y cambia el error, también nos da alivio, porque significa que ya resolvimos una parte y sigue atender otra parte.
Cuando daba clases de matemáticas, me acuerdo, que festejaba con los estudiantes cuando se equivocaban. A mí me interesaba, que aprendan a sentir que darse cuenta dónde está el error tiene mucho valor. Si encontrar un error, al menos en matemáticas, en otras ciencias no tengo idea, se penaliza con una calificación baja… me parecía que le quitaba belleza al proceso de aprender.
Cuando mirábamos cómo habían resuelto las actividades, y habían llegado al resultado esperado, también festejábamos. Porque me parecía valioso el camino, el esfuerzo por prestar atención, el no darse por vencidos cuando no sale, volver a intentar. Festejábamos el resultado, y además, todo lo que habíamos intentado para lograrlo.
No se me ocurre cómo ponerle calificación númerica a un proceso de aprendizaje.
Porque es demasiado resumido, se ve bastante precario.
Además, en temas como álgebra de polinomios, que parecen tan aburridos y poco interesantes. Recuerdo un estudiante, de esos rebeldes, no quería aprender polinomios. Le gustaba dibujar. Entonces, empecé a mostrarle ejemplos reales, de polinomios en la casa, una ventana puede ser representada como un polinomio. Hasta que un día hizo clic, empezó a preguntarse para qué servía modelizar lo real como polinomios. Después me enteré, que dejó de resistirse a aprender matemáticas, y hacía preguntas interesantes en clases. De qué servía calificarlo con notas bajas, si eso no lo motivaba para aprender.
Bueno, querido Nacho, voy a seguir pensando en lo que nos traes para reflexionar.
Muchas gracias por tus reflexiones, Laura. La cuestión parece que radicaría en que aprender matemáticas, por ejemplo, no es de la misma naturaleza que las propias matemáticas… Un abrazo