Hace un par de semanas estuve en Toledo participando en la clausura del Especialista en Comunicación Aumentativa y Alternativa de la UCLM. Durante mi intervención, partiendo de algunas experiencias de estudiantes de diferentes lugares, hice una crítica a algunas condiciones excluyentes que tiene el sistema educativo y que constituyen verdaderas barreras a la inclusión.
En el descanso, alguien me dijo que hablar de experiencias de sufrimiento en las escuelas era un error, que eso hacía sentir mal a la gente. Argumentaba que ni hacía justicia a quienes educan bien a lo largo y ancho del país, ni conduciría al alumnado a afrontar con alegría su trabajo el día de mañana.
Unos minutos más tarde de esa conversación, habló públicamente Gema, una estudiante de ESO. Le he pedido permiso para hacer uso de parte de sus palabras de aquel día:
Buenos días a todos y a todas. Soy la adorable niña […] que ya no es tan niña y que no es tan adorable. […] Mi primer pensamiento al escuchar ‘escuela’, es: menos mal que existen el recreo y la educación física, pero vamos a empezar por el principio.
[…] [El cole y el instituto] no era[n] suficiente, necesité y necesito mi cole Piruleta, el cole donde las palabrotas valen, donde jamás se falta a un cumpleaños por estudiar un examen […]. [M]is horas estudiando son infinitas, las necesito todas, porque el colegio y el instituto son muy duros para una persona con parálisis cerebral que habla con los ojos. Esa es otra de mis sensaciones: ¡Qué difícil que es todo, coño! En serio, se llaman moluscos bivalvos, no podemos hacer las cuentas con la calculadora y ya está. En serio, ¿mis maestras no […] pueden […] relajarse? ¿Todo tiene que ser tan complicado? He llorado de angustia la mitad de los días, siempre con un nudo en el estómago, siempre pensando en el examen o la tarea que me mandaban y siendo responsable. ¿Cuánto creéis que puede soportar una niña/adolescente este ritmo de trabajo? Y el problema es el sinsentido del esfuerzo, ahora mismo no recuerdo haber aprendido nada en el instituto que yo diga: ¡Coño, qué guay esto, o qué interesante! Puf. Así que no, deseando acabar, que llegue el verano, los conciertos, las noches en el parque hasta las mil, las fiestas del pueblo. Ya sabéis, lo que nos gusta a todos: un poquito más vivir y menos estudiar.
Los grandes procesos de cambio en la historia hunden sus raíces en el reconocimiento del sufrimiento de la gente, que hace visible la desigualdad que los soporta. Así que no, aquella persona no tenía razón. El relato de Gema debería abrir periódicos y telediarios. Pero mientras eso ocurre, puede abrir nuestras clases, ocupar nuestras investigaciones, y alimentar nuestra indignación por lo que todavía no hemos conseguido y estamos obligados a hacer. Escuchar a Gema es una forma de disentir con la realidad, que nos obliga a mirarnos de forma crítica a nosotros mismos. En ese proceso nos reconstruimos, desarrollando investigaciones que desafían las desiguales relaciones de producción de la ciencia y construyendo procesos educativos que lo revolucionan todo, porque se basan en el deseo. Y eso bien nos lo hace ver Antón, un estudiante de Secundaria, cuando tras su demoledora experiencia de soledad en la escuela, nos muestra cómo la investigación puede dar rienda suelta a un trabajo enorme de reivindicación e identificación en el que sentirse reconocido. O Indira, otra estudiante de secundaria, que hace unos días desafiaba la invisibilidad al participar en un debate público junto a representantes sociales.
Así que no, aquella persona no tenía razón. Porque fue al escuchar a Antón en clase que una de mis alumnas dijo: “Al oírle, algo me arde por dentro”. Yo le pregunté si era de rabia. Y respondió: “No, es de esperanza.”
Podemos profundizar en el modo de aunar vivir y aprender, sin separarlos. Que lo que se aprenda, sea importante para la vida, para mejorarla, y que tenga sentido para la persona que lo aprende. Ese sentido, el que echaba en falta Gema, es el que finalmente se convierte en el motor de esfuerzos, porque se asienta en el deseo. Mi alumnado y yo lo hemos podido experimentar en clase, mirando a las personas “bien miradas”, como decía Indira. Y ese fuego que se inicia en el interior, es el germen de una revolución educativa, cargada de esperanza. Eso es lo que se vive al participar en procesos genuinamente educativos, porque son profundamente humanos.
Sí, es cierto que a veces nos sentimos mal al conocer el sufrimiento oculto de la gente, las verdades prohibidas que nos evitan transitar emociones como la vergüenza, el asco, el miedo y la ira. Es justamente porque no nos deja impasibles ante la injusticia que merece el calificativo de educativo y de humano. Y por eso la emoción inicial se reconvierte, al tratar de unir continuamente realidad y deseo, aprendizaje y vida, festejando como en una verbena de pueblo, nuestro compromiso por hacer un mundo mejor a través de la educación.
Este texto bebe de mi reciente participación en las ceremonias de Graduación del Especialista en Comunicación Aumentativa y Alternativa de la UCLM y del Máster en Cambio Social y Profesiones Educativas de la Universidad de Málaga del año 2023. Quiero agradecer particularmente a Gema su generosidad al compartir su texto, y a mi alumnado del máster la oportunidad de aprender junto a ellos y ellas. Es un privilegio contar con su compañía y contagiarme de la energía y esperanza que irradian.
Profesor de Teoría de la Educación en la Universidad de Málaga (España). Interesado en la experiencia de exclusión e inclusión educativa de personas situadas en los márgenes, especialmente desde la discapacidad y la desventaja sociocultural. Empeñado en que la escuela sea un lugar donde todas las personas podamos crear sentido.
4 comentarios en «Contar lo prohibido»
» Eso es lo que se vive al participar en procesos genuinamente educativos, porque son profundamente humanos.»
Ayer tuve una reunión demoledora con el nuevo equipo de profesores en la universidad. Me dijeron que tener en cuenta a la diversidad, que hacer actividades contemplando a todos y todas, está muy lindo pero que eso es desconocer la realidad.
Qué tristeza, que piensen que contemplar en la planificación a todos los estudiantes, es vivir en la fantasía. Al menos, no pueden pagar esa esperanza que arde dentro de mí. En la era de la Ciencia de Datos, ya no hay excusas para contemplar la diversidad, porque ya contamos con herramientas suficientes que nos pueden asistir en el acompañamiento a los estudiantes. Tengo 500 estudiantes en mi aula y lo estoy haciendo posible, tan solo aplicando los principios del DUA y la metodología Flipped Learning.
La realidad está en lo que dicen los estudiantes, de ahí conocemos la realidad.
Quien no es capaz de imaginarlo, dice que es imposible. Sigue haciendo tu trabajo, sin dejarte llevar por esa cortedad de miras. Abrazos
Hola Ignacio. Mi nombre es Nora Corradetti. Hace 10 años, luego de 35 de experiencia en talleres inclusivos de artes plásticas, escribí una Modalidad de abordaje de la enseñanza -aprendizaje, para que las personas con discapacidad, puedan construir un lenguaje visual propio. Qué se llama Proyecto Eje Capacidades -Arte-Comunicación.Y éste año con el andamiaje de Proyecto Eje, escribí una diplomatura para Facilitadores del arte, que junto a 14 profesionales, dictaremos en la Universidad Nacional Scalabrini Ortiz, con sede en San Isidro. Argentina.
Estoy viajando a España el próximo octubre, y me gustaría que conocieras el Proyecto y vieras si podríamos encontrar un espacio, donde multiplicar los lineamientos, andamiaje y beneficios que logramos a través de ellos, en las personas que sienten inclinación por las artes plásticas.
Mi w app es : +541140978763
Instagram: proyecto_eje
Te dejo un vídeo para que tengas una manera rápida de vernos.
https://youtu.be/e2epJX2n2Cg.
Mucho gusto.Muchas gracias.
Será un placer encontrarme contigo. Mi correo es ica@uma.es Saludos