Antítesis
Paseaba junto a Jorge –el hijo de un amigo– por una calle céntrica de mi ciudad, cuando nos cruzamos con un grupo de chicos y chicas que paseaban en unas sillas de ruedas aparatosas, algunas de ellas inclinadas como camillas. Cuerpos correctos –como los de nosotros– los conducían. Jorge, mi pequeño acompañante, quedó estupefacto al ver a uno de los chicos, retorcido en su silla. Miraba hacia arriba, como con la mirada perdida.
–¿Qué te pasa? –le pregunté, al verle tan impresionado.
–¡Tiene la boca abierta! –me dijo.
–Es verdad –le dije–. Este chico tiene la boca abierta.
Y seguimos paseando. Pensando en silencio. Algo menos perturbados.
Texto: Ignacio Calderón Almendros
Imagen: Blog Polizón y Náufrago