La Pedagogía tiene miedo a pronunciar la palabra «amor». Esta es una de esas cosas absurdas que hacemos en nombre de la ciencia. Negamos la existencia de lo que no sabemos medir. Como todo lo que queda en el margen de una nota, de un informe, de un temario, de un dictamen…
Para la pedagogía, el amor no existe. Es científico negarlo, y arbitrario abordarlo como centro de las realidades sociales. La pedagogía tiene miedo. Y el miedo es la antítesis del amor.