Lo invisible, lo indecible, lo detestable
«[…] Esa ventana, en forma de pantalla, nos muestra cuerpos eternamente jóvenes, personas continuamente felices, abundancia de bienes para todos y para todas, y nos empuja a desterrar todo lo que queda en sus márgenes de cuerpos perfectos, hechos con las manos de alguien, el tronco de otra persona, los pies de otra… Me empuja a discriminar a aquel que no consigue forzar su cuerpo para entrar en esos cánones, al pobre, al tildado de discapacidad, al llamado loco, al que enferma, al que no forma parte de mi cultura, a quien está viejo, a quien ama de forma impertinente, a quien llamamos gordo, baja, tonto, raro, feo… Les mato al mandarlos al inframundo, a lugares infrahumanos, y les robo la humanidad.
Pero también al vivir en esta farsa, al seguir conversando en este lenguaje, no dejo de mutilar esa parte de mi casa que escondo en la parte de atrás, intento mostrar solo la fachada, como si yo no tuviera nada de tonto, nada de enfermo, nada de incapaz, nada de viejo, nada de muerte, nada de pobre, nada de feo, y mi cuerpo se convierte en fachada. Y esa parte tan importante de mí, queda desterrada en la cárcel de mi cuerpo, que deja de obedecerme y me recuerda el dolor y la muerte, que con este lenguaje, le procuro.»
Texto: Ignacio Calderón Almendros
Fuente: https://youtu.be/jSaDuw_EeZA
Imagen: NWN Photography
Composición: Orientación Educativa Sistémica