«El poder más inquietante de la escuela con respecto a las personas con discapacidad es precisamente que, a través de distintos mecanismos, consigue hacerles ver que son lo que la institución dice. La selección cultural establecida en el curriculum, las relaciones sociales mediadas por las materias, las jerarquías que se establecen en clase y el centro, la segregación en grupos o instituciones diferenciadas, la distribución del conocimiento, los tiempos, los espacios y los profesionales, las estrategias didácticas y de evaluación, las calificaciones, las pruebas psicológicas, etc. van eliminando cualquier atisbo de reacción consistente.»
[Calderón Almendros, I. (2014). Educación y esperanza en las fronteras de la discapacidad. Ediciones Cinca, Madrid, p. 117]